10 de noviembre de 2009

Crítica Mundo Teatral


Marcelo Velázquez no le tiene miedo al eclecticismo.
Al parecer, Marcelo Velázquez (actor, director y docente de teatro) no le tiene miedo al eclecticismo. A su muy buena versión de Criminal de Javier Daulte, le sigue ahora una puesta sobre la clásica Acreedores de Strindberg. Navegando entre estéticas bien distantes y distintas, Velázquez no solo se muestra como un director talentoso y plural sino que también, llena salas.
Esta vez, el desafío era reponer el texto de Strindberg escrito en 1888, pero reponerlo desde su contemporaneidad, es decir, desde un realismo que no se agotara y replegara sobre sí mismo sino todo lo contrario.
Así, la puesta cabalga entre un respeto fiel al texto dramático original y una relectura del mismo en la que la “ideología burguesa de la representación” se pone en duda. O dicho en otras palabras, una lectura que entiende que el arte es representación aunque finja no serlo, aunque se llene de “mundos ficticios ordenados y verdaderos”.
Siguiendo este razonamiento, es obvio que las pantallas que acompañan la puesta de Velázquez cumplen ese rol delator, sobre todo porque hay cierto desfasaje entre las acciones de los personajes reales y las de la pantalla, algo que obliga al espectador a leer la diferencia y a otorgarle a la misma, una interpretación.
De idéntica manera funciona el fragmento de la obra Calderón de Pier Paolo Pasolini, pieza teatral en la que cada acto es precedido por un prólogo a cargo de un locutor el cual alerta a los espectadores sobre lo que en instantes se dispondrán a ver: sobre su estatuto de verdad más que dudoso, sobre su teatralidad.
En tal sentido, la elección de Muscari para decirlo no parece nada inocente: Strindberg-Muscari, o la fórmula perfecta para jugar con el sentido común, para romperlo.
En la misma dirección se encuentra el despojo escénico, solo unos paneles blancos y un sillón: nada de escenografía mimética, ningún objeto del mundo real, nada de anclar en el mundo de referencia compartido. Más bien un escenario limpio, libre para la imaginación, ambiguo.
El texto dramático (en excelentes interpretaciones de Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile y Daniel Goglino), en cambio, viene a aportar su claridad, su mundo de referencia, ciertos temas concretos (el matrimonio, la fidelidad, la economía) pero como todo buen texto clásico, es excedido por él mismo hasta alcanzar problemáticas más “abstractas” menos domésticas, esas a las que apunta la puesta de Velázquez.
¿Cuál es la forma artística contemporánea de Acreedores? se pregunta este director que revaloriza la palabra pero que -sin un pelo de tonto- entiende que no es la misma que hace cien años, que hoy está contaminada, que ha perdido el registro de certeza y que a veces -como aquí- se anima a mostrar su vulnerabilidad.

www.mundoteatral.com.ar

Prensa Zona Norte

Fuimos a ver Acreedores de August Strindberg.


Una de las mas logradas y dificiles de representar del mítico autor, que ha dejado una impronta indeleble en la dramaturgia contemporánea y donde el teatro fue su destaque máximo.

Tres personajes para un drama inteligente, hábil, minuciosamente elaborado y con inesperados desenlaces paulatinos.

Esta versión es muy buena, con una muy interesante puesta en escena de Marcelo Velázquez, con proyecciones multimedia y un elenco muy homogéneo y consustanciado con lo que propone el director, ellos son Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile y Daniel Goglino. Con una introducción a cargo de José María Muscari.

Entonces… ¡vaya!, es excelente, super recomendable, de lo mejor que hay en cartelera.


Fernando Maral



Mabel Loschiavo - Radio Belgrano


“Acreedores”


Esta obra escrita hace más de cien años, se corporiza y toma nueva vigencia porque los temas tratados responden a sentimientos o actitudes que siguen preocupando y afectan las relaciones humanas. Como son los celos, la infidelidad, el efecto de la economía en la pareja, las diferencias de género que siguen conservando una impronta cultural cerrada y antigua. En esta historia de tres personajes, Teckla es una escritora mediocre, cuya personalidad fagocita el impulso creativo de su esposo Adolfo, un pintor de importancia, y Gustavo un amigo que formó parte del pasado amoroso de esta mujer y que vuelve a entrar en su vida como si no la conociera, con la actitud del que viene a cobrar una vieja deuda. Lo que sigue es un macabro plan orquestado desde la venganza, la desvalorización del otro, la exposición de viejas heridas que no cierran y el resentimiento con consecuencias trágicas. Dentro de una escenografía sobria: paneles claros, un sillón y el importante detalle de una cámara que capta los mínimos detalles de los protagonistas y espía lo que no se ve.
La fuerza de este texto se revitaliza con las particulares y muy buenas actuaciones de Mercedes Fraile, Marcelo Bucossi y Daniel Goglino, y se enriquece con el aporte de la voz en off de José María Muscari, como presentador, con parte de un texto de la obra Calderón de Pier Paolo Pasolini.

Nuestra opinión: MUY BUENA

www.mabelespectaculo.blogspot.com


26 de septiembre de 2009

CRÍTICA DIARIO LA NACIÓN !!!

Renovación y vitalidad en un Strindberg

Nuestra opinión: muy buena

Una nueva mirada al reconocido texto de August Strindberg posibilita el descubrimiento de la vigencia de un material producido a fines de 1800 y que mantiene su vitalidad y poesía. El director Marcelo Velázquez imprime signos muy contemporáneos a su propuesta y, mientras el texto se ha mantenido intacto en sus valores primarios, es a través de la puesta como los personajes se descubren delante del espectador con una profunda riqueza.

Una escenografía sencilla y mínima. Nada parece querer obstaculizar el tránsito por la escena de esos tres seres que, a su tiempo, darán cuenta de un pensamiento que, si bien se corresponde con el pasado, sigue encontrando en este presente un valor muy perturbador. Es que sus temas los son: el matrimonio, los celos, ciertos resentimientos que interfieren en las relaciones y, sobre todo, algunas deudas pendientes en un trío que, pareciera conocerse verdaderamente, en ese preciso instante en que la representación tiene lugar.

Una pantalla posibilitará observar, en algunos momentos, ciertas intimidades de los personajes o, según donde haga foco la cámara, ellos adquirirán otra dimensión para la mirada de un espectador que hasta entonces sólo ha podido ver un perfil de esas criaturas.

Elenco espléndido

El espectáculo crece a través de una tensión muy ajustada. Las interpretaciones de Mercedes Fraile (Tekla), Marcelo Bucossi (Adolfo) y Daniel Goglino (Gustavo) resultan sumamente atractivas. Los tres actores han logrado descubrir pequeñas sutilezas de sus personajes. Juegan con ellas y potencian, con sus reacciones, una acción dramática siempre dinámica que mostrará sus conflictos en plenitud.

La experiencia transgrede ciertos límites de la representación formal para descubrirle una atractiva riqueza al texto.

Carlos Pacheco

26/9/2009

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1178918

21 de septiembre de 2009

Acreedores - Crítica Noticias Urbanas


El todo es más que la suma de las partes

por Daniel Gaguine

Cuando un texto de Strindberg se exhibe en cartelera, siempre se quiere ver el modo en que se lleva a cabo la puesta. En este caso, Acreedores es un acierto de principio a fin. En un comienzo, se escucha la voz de José María Muscari introduciendo la puesta. Dos hombres hablan sobre una mujer en tanto objeto de deseo, de codicia y también de amor, alrededor de la cual girarán diversos conceptos. Uno de los hombres es su esposo y el otro es un nuevo amigo de aquel. La riqueza de los diálogos cuenta con el plus de actuaciones acordes a un texto de fuertes implicancias: las palabras exigen a través de las actuaciones. Lo destacable en ese sentido es que el espectador debe esforzarse para aprehender lo que recibe desde el escenario. La obra le pide esfuerzo interpretativo. Por otro lado, la escenografía y la iluminación son ideales para la obra, junto con una pantalla que tiene el mérito de acompañar el desarrollo, sin restarle poder de atención. Acreedores hace gala a la pluma de Strindberg en una puesta de calidad.

11 de septiembre de 2009

Acreedores: Acercándose y distanciándose


Crítica de Mónica Berman para Crítica Teatral


Acreedores es un texto dramático y, sin embargo, cuánto mejor es asistir a la puesta que leerlo, por un simple motivo: en la descripción de los personajes aparece una información que es mejor desconocer. Claro que, para más de uno, es demasiado tarde.
En el principio, el teatro habla del teatro, voz en off mediante, José María Muscari aparece para enmarcar la propuesta, para que quede claro que esta vez el drama naturalista no conlleva una puesta naturalista, la pantalla seguramente insistirá con el resto. Para que ningún espectador se engañe, esto es teatro.
La distancia temporal, que existe, es puesta de manifiesto; salvo en los intentos de reconstrucción arqueológica, ignorar que la pieza tiene 120 años de antigüedad sería un acto de distracción un tanto peligroso. Por suerte, no es el caso.
Cuando la historia comienza, un hombre aparenta recuperarse de un obsesivo y enfermizo esperar a una mujer. Su “amigo”, según ellos mismos enuncian, le ha devuelto las ganas de vivir y le ha hecho recuperar su interés por el arte, aún cuando le ha insistido en desplazar pintura por escultura.
La puesta de Marcelo Velázquez, incluye, como adelantamos, una pantalla que tendrá la riqueza de anticipar personajes, de reconstruir escenas, de convertirse en el ojo que espía detrás de la puerta, en fin, de mostrar un final mediatizado.
El texto de Strindberg (aún como versión) es complejo, tanto en términos verbales como temáticos, su representación necesita de una buena dicción y de un trabajo cuidado en relación con las palabras; haber superado, con éxito, esta cuestión implica acercar la puesta hacia buen puerto.
La lucha entre los sexos, tan insistente en Strindberg, aquí también se hace presente con fuerza, ¿seguirá vigente este planteo? ¡Quién sabe! Pero, sin ninguna duda, el acto de “disecar un alma humana” aparece inscripto con toda crueldad. Y la dirección de Marcelo Velázquez nos permite, acercándose y distanciándose, asomarnos a este universo tan particular de estos acreedores que nos remiten a tantos otros, pasados y presentes.

Mónica Berman



2 de septiembre de 2009

Crítica de Martín Dichiera para GeoTeatral

¿Cómo realizar una obra de más de 120 años de antigüedad? ¿Cómo lograr que una obra de 1888 se perciba como actual? Estas parecen ser algunas de las preguntas o premisas que se hizo y con las cuales trabajó Marcelo Velázquez para su puesta de Acreedores de August Strindberg.


Se logra una puesta sumamente interesante para pensar, para analizar, una obra que deja muchos espacios para la elaboración de hipótesis, la cual se evidencia desde la gacetilla de prensa y en el programa de mano, donde el mismo Velázquez dice: "Esta nueva puesta en escena pretende un corrimiento de los cánones tradicionales del realismo y del naturalismo estéticos en los que se ha categorizado al autor¿Cuál es la forma que le corresponde al arte de nuestro tiempo?" En esa pregunta se resume la hipótesis de trabajo.
Es así que se decide utilizar un espacio despojado, un sillón y unos cortinados como fondo, los cuales se utilizan como pantalla para la proyección de ciertas imágenes y videos (algunas secuencias muestran desde otro lugar, otra cara o mirada, la misma escena que estamos presenciando), un vestuario corrido de la época planteada originalmente, una musicalización cercana a la actualidad, algunos cortes en el texto y una actuación con una forma distinta - con tintes que van desde lo melodramático a elementos de policial o suspenso.

Uno podrá analizar cada signo y llegar a la conclusión de que algunos están mejor usados que otros, alguno podrá hablar de las actuaciones (las cuales, según la mirada, podrán verse como forzadas o contrariamente que están trabajadas desde un extrañamiento que ayudan a una entrada otra a los personajes), se podrá discutir la funcionalidad e importancia de las proyecciones en la obra (en lo personal, al momento final uno completa y entiende por qué se utiliza, y ve el valor de que esté en la puesta) y, por último, también se podrá cuestionar la inclusión del prólogo – adaptado - del Calderón de Pasolini (el cual funciona solamente en la medida que a uno le interese la hipótesis del trabajo de la puesta, si no, es algo de lo cual uno va a sentir que tranquilamente se podría prescindir).

Acreedores es una obra que gana en el lugar de pensar la puesta, tratar de ver y entender los resortes que la componen, si uno se anima a jugar ese lugar, es una puesta muy rica y donde se encontrará una gran cantidad de elementos para poder pensar, analizar y preguntarse, indagar sobre el teatro, sobre lo que es la representación, la importancia de los cánones y los elementos que se utilizan para correrse de estos y, con suerte, lograr algo que cambie, que atraviese, y que conforme así una forma nueva y brinde una visión distinta.


Martin Dichiera


14 de agosto de 2009

Deudores incobrables

por Ivanna Soto
Periódico de la Ribera

Luego de su fructífero debut como director en Criminal de Javier Daulte, Marcelo Velázquez nos sorprende con un nuevo y completamente diferente estreno: Acreedores de August Strindberg. La misma conforma el período “naturalista” del autor junto con La señorita Julia y El padre, siendo la obra en cuestión la menos representada.

El “naturalismo” de Acreedores no fue roto en el texto, que fue respetado casi en su totalidad, sino que fueron utilizados otros recursos propios de la forma de hacer teatro hoy, tales como la música electrónica y las proyecciones audiovisuales, que interrumpen la acción, reforzándola.
Además, se incluye un prólogo adaptado de la obra Calderón de Pier Paolo Pasolini, en el que el locutor, interpretado por la voz en off de José María Muscari, habla irónicamente jugando con la temporalidad de la obra y con las expectativas que los espectadores tienen cuando van a ver a un autor clásico.
“Al leer la obra, escrita a fines del siglo XIX, no podía creer en la modernidad que tenía el lugar provocativo de lo femenino”, dice Marcelo. Circunscrito el devenir de la situación en un espacio reducido y despojado, la puesta recae ampliamente en el texto, brillante y sorprendente por su contemporaneidad, el cual es virtuosamente sostenido por las actuaciones de Marcelo Bucossi, interpretando a Adolfo, Mercedes Fraile en el papel de Tekla y Daniel Goglino, representando a Gustavo.
La obra cuestiona la institución matrimonial planteándola en términos económicos, en donde los miembros de tal compleja sociedad civil (Adolfo, Tekla) se vuelven acreedores recíprocos, acumulando deudas, al parecer, incobrables, y convocando prestamistas ajenos a la relación acreedor-deudor (Gustavo) que no hacen más que amplificar la deuda original, convirtiéndose asimismo en deudores.
Acreedores nos desplaza del habitual lugar de espectadores para transformarnos en eternos deudores de quienes nos otorgaron la posibilidad de presenciarla.

IMPRESIONES: "Acreedores", de August Strindberg


En www.poiesisteatral.blogspot.com


por Christian Lange


Strindberg (1849-1912) es, sin duda, uno de los máximos escritores del teatro burgués clásico, junto con Ibsen y Chéjov. Entre 1887 y 1888 escribe obras básicas del teatro occidental como "El padre", "La señorita Julia" y "Acreedores" a la que siguen posteriormente otras como "Danza Macabra", "Pelícano" y una obra narrativa y autobiográfica igualmente importante, potente y original.


Acreedores es clasificada por el propio Strindberg como una "tragicomedia en un acto y en prosa". Con sólo tres personajes -Adolfo, Tekla, y Gustavo (más otros dos "mudos")-, y en cuatro escenas de un acto único, Strindberg logra condensar la historia de un ajuste de cuentas entre una mujer, su ex-marido, y su actual pareja. Las sucesivas escenas están estructuradas como duetos en los que se nos van revelando distintas facetas de estos personajes, sus identidades, sus pasiones, sus intenciones, a través de un diálogo ágil y profundo, algunos monólogos intensos y reveladores, y mediante la progresión de una trama consistente en su esquema clásico (unidad de una acción completa) que trabaja dosificando la información y los diferentes puntos de vista sobre hechos del pasado aún presentes. La obra (el texto) leída hoy sigue siendo, tal cual fue escrita, profundamente contemporánea. Tematiza universales como el amor, el matrimonio, los celos, los resentimientos, la lucha de los sexos, el poder, el deseo...


Por supuesto que estando en el siglo XXI, y a fin de lograr la conexión buscada con el espectador, es válido y necesario, generar la versión escénica propia y concebir su puesta en escena. Rodolfo Roca y Marcelo Velázquez son los responsables de la versión escénica del texto, que -con la colaboración de Yamila Volnovich y Patricia Sapkus como dramaturgistas- se ha transformado en el espectáculo que dirige el propio Velázquez. Dicha versión escénica es muy sólida y ha logrado limpiar el texto de ciertos giros y usos (los , los usted, y otros) haciéndolo más contemporáneo aún y dejando intacta su esencia y su estructura. Mediante el uso de algunos recursos de la puesta en escena (proyección audiovisual, iluminación, música...) se logra también una mejor resolución de lo que en el texto es la escena cuarta y un final mucho más contundente quitándole esas cuatro réplicas que están en el original y que en una puesta contemporánea realmente son imposibles. Mediante el trabajo audiovisual también accedemos al mecanismo de la representación en sí misma ya que su uso inteligente y medido permite que veamos otros ángulos y otras "veces" de esa representración/repetición (como si el ensayo se hiciera presente durante la función). Si se leen los textos escritos por las dramaturgistas y el director en el programa de mano se entiende el motivo de esas decisiones.


El espectáculo, desde el momento en que inicia la obra de Strindberg con "Y a usted se lo debo todo", que aquí se ha transformado en "y a vos te lo debo todo", es -de allí en adelante- impecable por donde se lo mire.


Una excelente versión, una muy buena puesta, sostenida por las actuaciones de Marcelo Bucossi (Adolfo), Mercedes Fraile(Tekla) y Daniel Goglino (Gustavo), y que puede (y debe) verse los sábados a las 23:00hs en DelBorde Espacio Teatral, en San Telmo.

12 de agosto de 2009

¡Cree en Acreedores!

Manipulaciones, venganzas, cinismo y amor en la piel de tres personajes atrayentes y muy bien interpretados.

A pesar de que August Strindberg escribió “Acreedores”en 1888, aborda problemáticas que difícilmente queden obsoletas, como bien indica la gacetilla: “las grietas del pasado que se ahondan en el presente, la lucha de los sexos en una sociedad en constante cambio, la crisis de la institución matrimonial, la traición y el miedo a la infidelidad, la economía que atraviesa y corroe los vínculos y la vida privada”. Todos estos temas atravesados por un cóctel de cinismo, manipulación, dominación, violencia simbólica y excelentes interpretaciones.

Una trama que va avanzando dinámicamente, pero siempre dejando un misterio. El espectador sigue a los actores mientras construye hipótesis de posibles situaciones o desenlaces, tratando a su vez de desenmascarar, reconocerse, repudiar, desconfiar, etc. sobre las pistas y los gestos de los personajes, que tal cual la vida misma, teclean en pequeños momentos que alivian nuestra tarea de “juzgar”, ya sea para bien o para mal. Difícil escapar de la empatía que generan determinadas acciones o discusiones, llantos o alegrías.

Eran necesarias actuaciones brillantes y precisas, y sin duda las consiguen. Los personajes varían de un momento a otro sus estados anímicos, suben y bajan el tono de los diálogos, con total manejo de los mismos, con los ritmos de la trama vividas en carne propia, apropiándose del texto, y con el apoyo de un trabajo de fondo que se percibe. Logran sincronizaciones que sorprenden, mediante el uso de un proyector, que lejos de estar por estar, cumple un rol fantástico y atinado para la interpretación de la obra.

Una trama sin desperdicios, una puesta sin caer en la arrogancia absurda, actuaciones que sutilmente construyen, diálogos que trascienden las fronteras del tiempo, y un final que sorprende, son los pilares de “Acreedores”, excelentemente dirigida por Marcelo Velázquez e interpretada por Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile y Daniel Goglino.

Periodista: Gastón Jeger
Fotógrafo: Beto Landoni

4 de agosto de 2009

Acreedores

Por Agustina Gutiérrez

Un matrimonio entrado en años, que oscila entre la pasión ardiente y el amargo sabor del miedo a la infidelidad, los celos, la visita inesperada, los viejos amores, la competencia.

En un hotel portuario, los personajes van cayendo en una telaraña de venganzas, donde el acreedor vuelve a cobrarse lo suyo, a través de las más complejas manipulaciones sentimentales, dejando al descubierto todas las luces y sombras del ser humano.

Con una puesta muy teatral pero asimismo natural, se nos muestra este terrible drama lleno de recodos, producto de una buena dirección y grandes actores.

Muy recomendable.

1 de agosto de 2009

El poder de las palabras y la imagen


Acreedores (1888-2009)
de August Strindberg – Marcelo Velázquez

La pieza de Strindberg, Acreedores, ya perfila las características expresionistas que los personajes del dramaturgo sueco desarrollarían después. Su poética sustentada en la palabra, en el juego dialéctico de sus personajes, que presentan caracteres fuertemente construidos, es representativa de un contexto donde la presencia del teatro tenía la fuerza de llevar al escenario los interrogantes de una platea burguesa ávida de ver allí las carencias de las instituciones que la sostenían. La puesta que Marcelo Velázquez dirige en el espacio de Del Borde, apuesta fuertemente al valor del discurso y su eficacia para expresar los complejos sentimientos del alma humana respetando el texto del dramaturgo casi en su totalidad; salvo la introducción desde la voz en off de José María Muscari, que nos inicia en las problemáticas de la poética teatral, y explícita las dificultades que aparecen cuando se traslada en tiempo y espacio un texto ya clásico. La inclusión de la filmación en uno de los paneles blancos que forman parte de la escenografía, anticipando y reproduciendo en imágenes las acciones que los actores realizan para llevar adelante la intriga, duplica el punto de vista del espectador, pero no logra atraparlo quien sí queda seducido por la fuerza de las palabras con las que Strindberg construye el mundo de sus personajes. Por otra parte, contrasta con la temporalidad anclada en el tiempo de su primera enunciación desde el vestuario. La significación que Velázquez logra con esta antinomia tal vez tenga más que ver con nuestra lectura sobre la teatralidad que sobre el texto de Strindberg. El teatro, último arte aurático por su imposibilidad de reproducción, intenta como siempre a lo largo de su historia incorporar recursos que lo acerquen a la expectativa del espectador. La filmación, de ser sólo el soporte de algunas puestas para rescatarlas como memoria cultural, en este caso propone una intertextualidad con la palabra para la resemantización escénica.
En un atormentado triángulo de amor y odio, el rencor y el deseo de venganza de Gustavo, el marido despechado de Tekla, teje el entramado para que tanto la víctima Adolfo, como su asesino, Tekla (en el sentido moral) caigan en la misma trampa que finalmente dejará a todos con las manos vacías. Como afirmara Jean Paul Sartre años más tarde, “el infierno son los otros”, y el pasado de nuestras acciones vuelve implacable siempre a cobrarse como un acreedor persistente la deuda de nuestros crímenes. Hablar de la misoginia del dramaturgo es ya un lugar recurrente, por eso, tanto Adolfo como Gustavo resultan aunados en su destino común, ser canibalizados por un alma femenina que vive y crece consumiendo sus almas. Los actores aportan un trabajo cuidado con la estética naturalista, e imprimen al texto la fuerza para conseguir el verosímil que nos permita la empatía. El cinismo y el sarcasmo de Gustavo atraviesa el cuerpo de Daniel Goglino, pero en los matices que imprime a su actuación, nos deja ver la desolación de un alma que sabe que con lo hecho se pierde a sí misma. Adolfo en manos de Marcelo Bucossi consigue transmitir su debilidad de carácter, su dolor y la necesidad de recuperar una vida que como ofrenda de amor ha perdido en manos de Tekla, la malvada encarnada por Mercedes Fraile; personaje que Strindberg construye doblemente falsa, no porque mienta a uno y a otro, sino porque con la verdad oculta la verdad, y se defiende atacando, antes de aceptar que ha sido atrapada. La puesta demuestra la validez de un texto que nos sigue hablando de nosotros mismos a pesar de que algunas de las cuestiones planteadas nos parezcan superadas, pone en discusión una vez más la complejidad de las relaciones humanas entre géneros, la posibilidad de amistad entre el hombre y la mujer dentro y a pesar del amor de pareja; las dificultades para vivir el amor, para conocer que es ese sentimiento que parece ser la verdad de nuestra vida, pero que esconde sutiles matices que lo vuelven tan problemático. Pero además, plantea una discusión estética ligada al sujeto creador, quién conforma a quién, el hombre a su obra, o la elección artística conforma finalmente al artista. Para Strindberg el arte también es otra clase de amor, exigente y brutal.

María de los Ángeles Sanz

"Acreedores", perturbadora versión de la obra de August Strindberg

por Alfredo Hopkins - Jaque Mate Press

En la puesta en escena de Marcelo Velázquez de "Acreedores", espectáculo estrenado anoche en DelBorde Espacio Teatral, San Telmo, Argentina, hay una perturbadora, ácida y sagaz actualidad. Si bien la obra de August Strindberg puede figurar en la categoría de "teatro realista", esta versión pone a los tres actores en un espacio sumamente reducido, acompañados sin otros objetos que un sofá. Pero sobre las cortinas blancas del fondo el espectador puede apreciar la modernidad: momentos claves de la pieza proyectados en video.
Strindberg siempre ha sido una figura rebelde, odiado, amado y no siempre entendido. Dijo de sí mismo: "Quiero escribir de forma hermosa y luminosa, pero no me está permitido; no lo consigo. A decir verdad, estoy comprometido con ello como con un deber horrible: la vida es indeciblemente desagradable".
El "realismo" bello e imposible que marcaba su tiempo (1849-1912) encontró en August un matiz moderno, inquietante, desafiante, que de alguna manera anticipaban las variadas formas artísticas que invadieron Europa luego de su muerte. Si bien en su juventud el escritor y dramaturgo sueco abrazó el feminismo que impulsaba de alguna manera Henrik Ibsen en Noruega, pronto y a través de tres matrimonios fracasados el escritor pasó cerca de la misoginia. De todos modos, lo que destaca en sus obras -en particular en "Acreedores"- es la lucha de todos los seres humanos contra sus pares; cuestiona el matrimonio burgués, plantea el amor incluso en términos económicos (aunque los acreedores tiene menos que ver con las finanzas y más con las "deudas" que las personas acumulan con sus parejas o amistades).
Hay que entender el contexto social: la consolidación del capitalismo en el seno del industrialismo a ultranzas del fin de siglo, la lucha de obreros y campesinos por tierra y dignidad, la incipiente lucha de las mujeres por sus derechos, el derrumbe del matrimonio feudal y la emergencia del matrimonio burgués fuertemente influenciado a su vez por las luchas entre catolicismo y el protestantismo.
El texto de la obra es realmente brillante, ácido, punzante -más allá de lo que el lector pueda pensar de los conceptos de fondo. De alguna forma, Gustavo, el marido de Tekla, parece ser Strindberg: "Sí, el dolor nos purifica, la pena nos...nos ennoblece y...yo he sufrido". Ella responde ácidamente: "¡Pobre Gustavo! Ya veo que ha sido así, y de qué forma, con qué...con qué intensidad..." Luego lo mira con gesto de comprensiva compasión, según el texto original, con coquetería casi sardónica en la versión del director Marcelo Velázquez.
El espectáculo es de actores, por el tipo de actores que suden y se exponen en un espacio íntimo, con el espectador participando casi como voyeur. Es un gran placer ver que todavía hay directores y actores que se dedican con todo el alma a la actuación, a investigar el ser humano desde sus entrañas sin artilugios tecnológicos. El elenco: Marcelo Bucossi en el papel de Adolfo; Mercedes Fraile, Tekla; Daniel Goglino, Gustavo.


30/7/2009

19 de junio de 2009


Llega Acreedores de August Strindberg

Sábados 23 hs.


Reservas telefónicas: 4300-6201


DelBorde Espacio Teatral
Chile 630 - San Telmo
Ciudad de Buenos Aires

14 de junio de 2009

Visión de la obra


Everything can happen.
Everything is posible and probable.
Time and space do not exist.
On a flimsy framework of reality,
the imagination spins,
weaving new patterns.

August Strindberg
A dream play

Strindberg escribió Acreedores en 1888. Como todo gran dramaturgo, no escribió para su tiempo sino para los venideros. Desde ese lugar siempre incómodo del artista en su contexto de producción, reveló fantasmas que lo asediaban y aún nos asedian: las grietas del pasado que se ahondan en el presente, la lucha de los sexos en una sociedad en constante cambio, la crisis de la institución matrimonial, la traición y el miedo a la infidelidad, la economía que atraviesa y corroe la vida privada y los vínculos entre las personas. Realizó, además, una profunda reflexión sobre el arte y la forma que le corresponde a cada época produciendo importantes innovaciones
en el arte dramático.
El gran problema de Acreedores es discursivo. Adolfo, Tekla y Gustavo, las criaturas de Strindberg, emprenden una “guerra de cerebros”, una lucha psicológica y a puro lenguaje. Arrojados al mundo y en la imposibilidad de decir la realidad quedan atrapados en esa “cárcel del lenguaje”, que también es la nuestra.
Esta nueva puesta en escena de Acreedores pretende un corrimiento de los cánones tradicionales del realismo y del naturalismo estéticos en los que se ha categorizado al autor y a parte de su obra. Si en Acreedores se plantea la pregunta acerca de la forma del arte, esta pregunta aún nos guía: ¿Cuál es la forma contemporánea para esta obra de 1888? ¿Cuál es la forma que le corresponde al arte de nuestro tiempo? Aventuramos en los signos de la puesta en escena algunas respuestas que son nuestro modo de entender la pieza. Si Strindberg produce inmerso en una gran crisis finisecular de la representación, la propuesta es, entonces, desmontar la obra para desligarla de lo representativo y, en este juego, hacer visible y no ocultar los hilos que construyen la representación. Así leemos Acreedores, después de más de un siglo de su escritura, y es nuestro modo de acercarnos a su modernidad.
/Marcelo Velázquez/

Acreedores: ¿Quién le debe a quién? y sobre todo ¿cuál es el objeto de la deuda? Dinero, amor. Acreedores expone la institución del matrimonio burgués como un dispositivo económico de regulación de las pasiones y, también, su estrategia fallida. Aquella que pretende hacer coincidir lo irreconciliable: el dinero como lógica de la equivalencia y el amor como lógica del exceso. Por ello, el matrimonio constituye el mecanismo institucional para “ajustar cuentas” en el amor. En este escenario (de época), de apariencias e ilusiones, tres personajes disponen sus máscaras para poner en juego un plan que ha sido diseñado desde siempre. Poco a poco, la escena deja ver la otra escena: el triángulo del resentimiento, el egoísmo, la venganza, el miedo, la muerte. Dentro de esta maquinaria social, esa otra escena pone en funcionamiento aquello que, implícitamente, organiza la representación: lo siniestro como fundamento del sentido, la construcción de la identidad a través del vaciamiento y la aniquilación del otro.
Las voces de Strindberg se escuchan aún hoy, en el umbral del nuevo milenio, como los ecos de un tiempo aún no pasado. Seremos nosotros los nuevos deudores.
/Yamila Volnovich – Patricia Sapkus/

12 de junio de 2009

Las primeras fotos



También de madrugada, van las primeras fotos de los ensayos de Acreedores. Estas son las criaturas de la obra, Adolfo, Tekla, Gustavo, todas queribles, con sus rostros con sus cuerpos. Algunas expresiones, las miradas... Ya están aquí. Faltan treinta y cinco días para el estreno. Es el momento donde en el teatro todo está en pleno proceso de realización: la escenografía, el vestuario, la luz... En poco tiempo llegará todo junto, y con todo, el sentido.

7 de junio de 2009

Acreedores de August Strindberg

Versión escénica:

Rodolfo Roca - Marcelo Velázquez

Elenco:

Marcelo Bucossi: Adolfo

Mercedes Fraile: Tekla

Daniel Goglino: Gustavo
Locutor: José María Muscari

Dirección:

Marcelo Velázquez

Diseño y realización de escenografía: Fernando Leiva
Diseño de iluminación: Eli Sirlin
Diseño de vestuario: Carla Desiderio
Música original y efectos sonoros: Diego Centurión

Dramaturgistas: Yamila Volnovich - Patricia Sapkus
Diseño audiovisual: Fernanda Balcells Diseño gráfico: Verónica Duh
Fotografía: Beto Landoni
Prensa y comunicación: Tehagolaprensa

Peinados: Claudio Gómez -Maquillaje: Analía Almada - Realización de vestuario de Adolfo y de Gustavo: Alberto Mauri- Realización de vestuario de Tekla: Alicia SoaveAna María Della Vecchia- Sombrero de Tekla: Alfredo Miranda

Coordinación de producción: Esteban Costa
Asistente de dirección: Cintia Igolnikof

Este espectáculo cuenta con el apoyo de:

Proteatro

Fondo Nacional de las Artes

Instituto Nacional de Teatro

y con el auspicio de

Embajada de Suecia - Argentina

6 de junio de 2009

Primeras palabras

Hoy es 7 de junio, de madrugada. Hace unas horas terminó la función número ochenta y pico de "Criminal" en su tercera temporada a sala llena. Desde marzo de este año estamos ensayando "Acreedores" de August Strindberg, una obra de 1888. Nunca hubiera imaginado estar estrenando en pocas semanas mi tercer espectáculo como director y que la primera obra que dirigí continúe en cartel. Los misterios del teatro...
Vamos para el 18 de julio con "Acreedores". Todas las incertidumbres, los miedos, las ansiedades, las broncas, las alegrías y los placeres... como debe ser.