2 de septiembre de 2009

Crítica de Martín Dichiera para GeoTeatral

¿Cómo realizar una obra de más de 120 años de antigüedad? ¿Cómo lograr que una obra de 1888 se perciba como actual? Estas parecen ser algunas de las preguntas o premisas que se hizo y con las cuales trabajó Marcelo Velázquez para su puesta de Acreedores de August Strindberg.


Se logra una puesta sumamente interesante para pensar, para analizar, una obra que deja muchos espacios para la elaboración de hipótesis, la cual se evidencia desde la gacetilla de prensa y en el programa de mano, donde el mismo Velázquez dice: "Esta nueva puesta en escena pretende un corrimiento de los cánones tradicionales del realismo y del naturalismo estéticos en los que se ha categorizado al autor¿Cuál es la forma que le corresponde al arte de nuestro tiempo?" En esa pregunta se resume la hipótesis de trabajo.
Es así que se decide utilizar un espacio despojado, un sillón y unos cortinados como fondo, los cuales se utilizan como pantalla para la proyección de ciertas imágenes y videos (algunas secuencias muestran desde otro lugar, otra cara o mirada, la misma escena que estamos presenciando), un vestuario corrido de la época planteada originalmente, una musicalización cercana a la actualidad, algunos cortes en el texto y una actuación con una forma distinta - con tintes que van desde lo melodramático a elementos de policial o suspenso.

Uno podrá analizar cada signo y llegar a la conclusión de que algunos están mejor usados que otros, alguno podrá hablar de las actuaciones (las cuales, según la mirada, podrán verse como forzadas o contrariamente que están trabajadas desde un extrañamiento que ayudan a una entrada otra a los personajes), se podrá discutir la funcionalidad e importancia de las proyecciones en la obra (en lo personal, al momento final uno completa y entiende por qué se utiliza, y ve el valor de que esté en la puesta) y, por último, también se podrá cuestionar la inclusión del prólogo – adaptado - del Calderón de Pasolini (el cual funciona solamente en la medida que a uno le interese la hipótesis del trabajo de la puesta, si no, es algo de lo cual uno va a sentir que tranquilamente se podría prescindir).

Acreedores es una obra que gana en el lugar de pensar la puesta, tratar de ver y entender los resortes que la componen, si uno se anima a jugar ese lugar, es una puesta muy rica y donde se encontrará una gran cantidad de elementos para poder pensar, analizar y preguntarse, indagar sobre el teatro, sobre lo que es la representación, la importancia de los cánones y los elementos que se utilizan para correrse de estos y, con suerte, lograr algo que cambie, que atraviese, y que conforme así una forma nueva y brinde una visión distinta.


Martin Dichiera


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