11 de septiembre de 2009

Acreedores: Acercándose y distanciándose


Crítica de Mónica Berman para Crítica Teatral


Acreedores es un texto dramático y, sin embargo, cuánto mejor es asistir a la puesta que leerlo, por un simple motivo: en la descripción de los personajes aparece una información que es mejor desconocer. Claro que, para más de uno, es demasiado tarde.
En el principio, el teatro habla del teatro, voz en off mediante, José María Muscari aparece para enmarcar la propuesta, para que quede claro que esta vez el drama naturalista no conlleva una puesta naturalista, la pantalla seguramente insistirá con el resto. Para que ningún espectador se engañe, esto es teatro.
La distancia temporal, que existe, es puesta de manifiesto; salvo en los intentos de reconstrucción arqueológica, ignorar que la pieza tiene 120 años de antigüedad sería un acto de distracción un tanto peligroso. Por suerte, no es el caso.
Cuando la historia comienza, un hombre aparenta recuperarse de un obsesivo y enfermizo esperar a una mujer. Su “amigo”, según ellos mismos enuncian, le ha devuelto las ganas de vivir y le ha hecho recuperar su interés por el arte, aún cuando le ha insistido en desplazar pintura por escultura.
La puesta de Marcelo Velázquez, incluye, como adelantamos, una pantalla que tendrá la riqueza de anticipar personajes, de reconstruir escenas, de convertirse en el ojo que espía detrás de la puerta, en fin, de mostrar un final mediatizado.
El texto de Strindberg (aún como versión) es complejo, tanto en términos verbales como temáticos, su representación necesita de una buena dicción y de un trabajo cuidado en relación con las palabras; haber superado, con éxito, esta cuestión implica acercar la puesta hacia buen puerto.
La lucha entre los sexos, tan insistente en Strindberg, aquí también se hace presente con fuerza, ¿seguirá vigente este planteo? ¡Quién sabe! Pero, sin ninguna duda, el acto de “disecar un alma humana” aparece inscripto con toda crueldad. Y la dirección de Marcelo Velázquez nos permite, acercándose y distanciándose, asomarnos a este universo tan particular de estos acreedores que nos remiten a tantos otros, pasados y presentes.

Mónica Berman



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