12 de agosto de 2009

¡Cree en Acreedores!

Manipulaciones, venganzas, cinismo y amor en la piel de tres personajes atrayentes y muy bien interpretados.

A pesar de que August Strindberg escribió “Acreedores”en 1888, aborda problemáticas que difícilmente queden obsoletas, como bien indica la gacetilla: “las grietas del pasado que se ahondan en el presente, la lucha de los sexos en una sociedad en constante cambio, la crisis de la institución matrimonial, la traición y el miedo a la infidelidad, la economía que atraviesa y corroe los vínculos y la vida privada”. Todos estos temas atravesados por un cóctel de cinismo, manipulación, dominación, violencia simbólica y excelentes interpretaciones.

Una trama que va avanzando dinámicamente, pero siempre dejando un misterio. El espectador sigue a los actores mientras construye hipótesis de posibles situaciones o desenlaces, tratando a su vez de desenmascarar, reconocerse, repudiar, desconfiar, etc. sobre las pistas y los gestos de los personajes, que tal cual la vida misma, teclean en pequeños momentos que alivian nuestra tarea de “juzgar”, ya sea para bien o para mal. Difícil escapar de la empatía que generan determinadas acciones o discusiones, llantos o alegrías.

Eran necesarias actuaciones brillantes y precisas, y sin duda las consiguen. Los personajes varían de un momento a otro sus estados anímicos, suben y bajan el tono de los diálogos, con total manejo de los mismos, con los ritmos de la trama vividas en carne propia, apropiándose del texto, y con el apoyo de un trabajo de fondo que se percibe. Logran sincronizaciones que sorprenden, mediante el uso de un proyector, que lejos de estar por estar, cumple un rol fantástico y atinado para la interpretación de la obra.

Una trama sin desperdicios, una puesta sin caer en la arrogancia absurda, actuaciones que sutilmente construyen, diálogos que trascienden las fronteras del tiempo, y un final que sorprende, son los pilares de “Acreedores”, excelentemente dirigida por Marcelo Velázquez e interpretada por Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile y Daniel Goglino.

Periodista: Gastón Jeger
Fotógrafo: Beto Landoni

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