3 de mayo de 2010

Escenas de la vida conyugal

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por Gastón Olivera


El cobro de una deuda parece el motor que impulsa a los personajes. Una propuesta que busca romper con el canon del realismo tradicional que caracterizó, en su primera etapa, a August Strindberg. Una puesta minimalista con muy buenas actuaciones.

El texto de Strindberg, adaptado para la escena por Rodolfo Roca y Marcelo Velázquez se mantiene fiel al original. Lo interesante está en la forma que utilizó Marcelo Velázquez desde la dirección y en la puesta en escena. Obviamente que el modo escénico de Acreedores hoy no es el mismo que a fines del siglo XIX.
Más allá de la fidelidad, la puesta propone una relectura con elementos que rompen con tanta discursividad naturalista. Antes de comenzar la función, la voz de José María Muscari relata el deseo del director y cuenta sobre lo que estamos a punto de ver, utilizando textos de Pier Paolo Pasolini en su obra Calderón. Continuando con la idea de poner en duda la representación burguesa del teatro, se utilizan recursos multimedia. Proyectado sobre uno de los paneles blancos que funcionan a modo de pared, aparecen algunos tramos de las escenas o momentos de intimidad de los personajes. Estos tienen cierto desfasaje entre las acciones reales y las que aparecen en la pantalla. Lo que propone que cada espectador llene con su interpretación esa diferencia.
El trabajo del elenco es muy bueno, sostienen con solvencia un texto extenso, lleno de palabras y con muy pocas acciones.
Tanto Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile y Daniel Goglino encontraron pequeñas sutilezas a sus personajes para enriquecer sus labores.
Una obra que más allá de la anécdota plantea una profunda reflexión sobre el arte.

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