10 de noviembre de 2009

Crítica Mundo Teatral


Marcelo Velázquez no le tiene miedo al eclecticismo.
Al parecer, Marcelo Velázquez (actor, director y docente de teatro) no le tiene miedo al eclecticismo. A su muy buena versión de Criminal de Javier Daulte, le sigue ahora una puesta sobre la clásica Acreedores de Strindberg. Navegando entre estéticas bien distantes y distintas, Velázquez no solo se muestra como un director talentoso y plural sino que también, llena salas.
Esta vez, el desafío era reponer el texto de Strindberg escrito en 1888, pero reponerlo desde su contemporaneidad, es decir, desde un realismo que no se agotara y replegara sobre sí mismo sino todo lo contrario.
Así, la puesta cabalga entre un respeto fiel al texto dramático original y una relectura del mismo en la que la “ideología burguesa de la representación” se pone en duda. O dicho en otras palabras, una lectura que entiende que el arte es representación aunque finja no serlo, aunque se llene de “mundos ficticios ordenados y verdaderos”.
Siguiendo este razonamiento, es obvio que las pantallas que acompañan la puesta de Velázquez cumplen ese rol delator, sobre todo porque hay cierto desfasaje entre las acciones de los personajes reales y las de la pantalla, algo que obliga al espectador a leer la diferencia y a otorgarle a la misma, una interpretación.
De idéntica manera funciona el fragmento de la obra Calderón de Pier Paolo Pasolini, pieza teatral en la que cada acto es precedido por un prólogo a cargo de un locutor el cual alerta a los espectadores sobre lo que en instantes se dispondrán a ver: sobre su estatuto de verdad más que dudoso, sobre su teatralidad.
En tal sentido, la elección de Muscari para decirlo no parece nada inocente: Strindberg-Muscari, o la fórmula perfecta para jugar con el sentido común, para romperlo.
En la misma dirección se encuentra el despojo escénico, solo unos paneles blancos y un sillón: nada de escenografía mimética, ningún objeto del mundo real, nada de anclar en el mundo de referencia compartido. Más bien un escenario limpio, libre para la imaginación, ambiguo.
El texto dramático (en excelentes interpretaciones de Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile y Daniel Goglino), en cambio, viene a aportar su claridad, su mundo de referencia, ciertos temas concretos (el matrimonio, la fidelidad, la economía) pero como todo buen texto clásico, es excedido por él mismo hasta alcanzar problemáticas más “abstractas” menos domésticas, esas a las que apunta la puesta de Velázquez.
¿Cuál es la forma artística contemporánea de Acreedores? se pregunta este director que revaloriza la palabra pero que -sin un pelo de tonto- entiende que no es la misma que hace cien años, que hoy está contaminada, que ha perdido el registro de certeza y que a veces -como aquí- se anima a mostrar su vulnerabilidad.

www.mundoteatral.com.ar

Prensa Zona Norte

Fuimos a ver Acreedores de August Strindberg.


Una de las mas logradas y dificiles de representar del mítico autor, que ha dejado una impronta indeleble en la dramaturgia contemporánea y donde el teatro fue su destaque máximo.

Tres personajes para un drama inteligente, hábil, minuciosamente elaborado y con inesperados desenlaces paulatinos.

Esta versión es muy buena, con una muy interesante puesta en escena de Marcelo Velázquez, con proyecciones multimedia y un elenco muy homogéneo y consustanciado con lo que propone el director, ellos son Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile y Daniel Goglino. Con una introducción a cargo de José María Muscari.

Entonces… ¡vaya!, es excelente, super recomendable, de lo mejor que hay en cartelera.


Fernando Maral



Mabel Loschiavo - Radio Belgrano


“Acreedores”


Esta obra escrita hace más de cien años, se corporiza y toma nueva vigencia porque los temas tratados responden a sentimientos o actitudes que siguen preocupando y afectan las relaciones humanas. Como son los celos, la infidelidad, el efecto de la economía en la pareja, las diferencias de género que siguen conservando una impronta cultural cerrada y antigua. En esta historia de tres personajes, Teckla es una escritora mediocre, cuya personalidad fagocita el impulso creativo de su esposo Adolfo, un pintor de importancia, y Gustavo un amigo que formó parte del pasado amoroso de esta mujer y que vuelve a entrar en su vida como si no la conociera, con la actitud del que viene a cobrar una vieja deuda. Lo que sigue es un macabro plan orquestado desde la venganza, la desvalorización del otro, la exposición de viejas heridas que no cierran y el resentimiento con consecuencias trágicas. Dentro de una escenografía sobria: paneles claros, un sillón y el importante detalle de una cámara que capta los mínimos detalles de los protagonistas y espía lo que no se ve.
La fuerza de este texto se revitaliza con las particulares y muy buenas actuaciones de Mercedes Fraile, Marcelo Bucossi y Daniel Goglino, y se enriquece con el aporte de la voz en off de José María Muscari, como presentador, con parte de un texto de la obra Calderón de Pier Paolo Pasolini.

Nuestra opinión: MUY BUENA

www.mabelespectaculo.blogspot.com