26 de mayo de 2010

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Crítica Radio Nacional y AM 1710

Fui a ver Acreedores de August Strindberg, una obra que fue escrita casi a finales del siglo XIX pero que tiene algunos puntos de conflicto todavía vigentes en este siglo XXI como la casi eterna mezcla de los intereses con el amor y la aguda herida que produce la infidelidad. Strindberg usó diálogos densos, muchas palabras para una obra acorde para la época teatral en la que la escribió. Pero el tiempo pasó, ahora y en Buenos Aires se hace otro estilo de teatro y así fue cómo para esta versión de Acreedores Marcelo Velázquez, sin modificar ni desnaturalizar al autor, logró crear una puesta diferente. Más allá de un narrador en la voz de José María Muscari, el director incorporó elementos técnicos como un audiovisual que representa lo que, entre comillas, el espectador no ve. Aunque en esta puesta lógicamente lo ve desde una pantalla de fondo. Dos hombres y una mujer deben dirimir su futuro. El ámbito es pequeño. Los movimientos acotados. Los personajes se hacen mutuos reclamos. La tensión se acrecienta e inquieta al espectador.La estética es muy bella, mezcla del pasado con el presente y hasta casi con el futuro porque se ve en escena un sillón antiguo rodeado de fríos y lisos paneles con una pantalla, y los actores lucen vestimenta del siglo XIX que los condiciona a moverse de determinada manera, una mezcla que resulta atractiva, aunque habrá quien reclame si incluir elementos electrónicos no transforma a una obra de teatro en una expresión multimedia. De todas maneras, el hecho teatral se logró. Acreedores de Strindberg en versión de Rodolfo Roca y Marcelo Velázquez con dirección de este último y con un homogéneo trabajo actoral de Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile y Daniel Goglino, se ofrece en el teatro DelBorde, en la calle Chile 630, todos los sábados a las 21.30.

Carlos Herrera
Columnista Radio Nacional y AM 1710
Coordinador Editorial NivelArte

16 de mayo de 2010

Crítica Ruleta China


Los simuladores

por Lía Noguera
www.ruletachina.com

Una voz, la de José María Muscari, que en tono paródico, en tono casi burlesco, nos anticipa la fábula de Acreedores -escrita en 1888 por August Strindberg- mientras contemplamos la sala de un living vacío en el cual, a modo de cuadrilátero de box, se desencadenarán las distintas situaciones que se desarrollarán en escena. Un matrimonio y un tercero en discordia, el ex esposo de Tekla (Mercedes Fraile), Gustavo (Daniel Goglino), y actual amigo de Adolfo (Marcelo Bucossi) articularán los distintos tópicos que recorre el texto: los celos, el deseo, la pasión, la venganza, la muerte. Todos ellos a través de la mirada renovadora que imprime la dirección de Marcelo Velázquez, que respetó el texto dramático pero propuso una actualización en torno a la espacialización, aspecto ya evidenciado con mucho acierto en su anterior obra, Criminal de Javier Daulte, que también se representó durante la temporada de 2009.
Una vez más, este director apuesta (y gana con ello) por resignificar el espacio en donde suceden las acciones; un espacio que si bien de manera despojada representa la sociedad burguesa de fines de siglo XIX, se actualiza y se vuelve diferente con el uso de una pantalla, permitiendo así propiciar un universo de sentido más ligado a la interioridad de los representantes de este drama. Porque a modo de espejo cuasi deformante por la dilación que muchas veces presentan las imágenes proyectadas, este recurso ofrece al espectador una constante resignificación de aquello que se ve en la escena y aquello que se muestra en la pantalla, como así también intensifica, reduplica, el sentido intimista del texto dramático. Asimismo, en esa tensión entre imagen en vivo e imagen filmada, se propone representar lo representado, volver sobre el simulacro, pero no sólo como una reflexión metateatral sino también como una clara referencia al mundo diegético de la obra de Strindberg: la simulación de las acciones que rigen los lazos de estos personajes burgueses y su posterior caída de la máscara. De esa manera, este espacio -que se vuelve lúdico- se constituye en la herramienta central que le permite a Velázquez, y que es acompañado de muy buenos trabajos actorales, sobre todo el que concierne a Mercedes Fraile, entregar a los espectadores de este siglo XXI nuevas y renovadas miradas sobre el pasado teatral universal; pero también, ¿y por qué no? una reflexión sobre la teatralidad…

Crítica Revista Siamesa

por Nicolás Pose
¿Quién le debe a quién? ¿Y a qué clase de deuda se refiere el título? Claro, lo más simple sería pensar en el dinero. Pero existen muchas otras deudas pendientes en la vida. Strindberg con esta obra nos da entender eso con aquel diálogo afilado entre el pintor y su amigo casual, un profesor de letras, durante una estadía en un aristocrático balneario. El pintor está descansando, alejado de sus actividades artísticas, y además, está bloqueado, no puede crear. Uno de sus problemas es su mujer, y todo siempre parece terminar girando en torno a ella. Una escritora de medio pelo, pero con una actitud sumamente provocadora, inteligente, y sobre todo, con ciertas habilidades para saber cómo manejar a su marido. Su amigo le advierte: “tu mujer creció gracias a vos, y te sacó toda la energía”. Unos crecen gracias a otros, y te terminan convirtiendo en un fantasma.

Otra vez, ¿cuál es el objeto de la deuda? A medida que el diálogo entre los dos hombres crece, el amor cobra su protagonismo, ya que el pintor no se siente amado, siente que ha perdido todo con su mujer, porque ella ha ganado esa partida y se ha beneficiado con el matrimonio, mientras él siente que se ha debilitado. Su mujer ha construido su identidad a través del vaciamiento del otro. El marido finalmente va a hablar con su mujer, y además va a usar al matrimonio como mecanismo institucional para ajustar cuentas en el amor. Cada uno de los tres personajes dispone sus máscaras a su tiempo, oportunamente, es así cómo su amigo desaparece cuando el pintor dialoga con su mujer, luego de haberlo aconsejado. Escucha el diálogo a través de la habitación contigua. De a poco, vamos descubriendo el triángulo del resentimiento, el egoísmo, la venganza a la que llevan los miedos, y la muerte que ronda siempre por ahí.

Con un final sorprendente, Acreedores habla sobre las pasiones, sobre el amor, sobre el matrimonio, para terminar resumiendo todo dentro de la familia como una institución que ya se prefiguraba en caída libre. Así, el genio de Strindberg se adelantaba a nuestro tiempo con esta conmovedora obra escrita en 1888. Así lo entiende Marcelo Velázquez, viendo la potencia que aún hoy tiene esta pieza, representándola con una puesta vanguardista, donde el espectador puede ver simultáneamente en una pantalla momentos que difieren de la actuación, creando un efecto de multiplicación dentro de la acción.

3 de mayo de 2010

ACREEDORES/STRINDBERG

TEMPORADA 2010

¿Puede la venganza conducir a la justicia?
Una guerra de cerebros y un crimen psíquico.
La lucha de los sexos en una sociedad en constante cambio.
La crisis de la institución matrimonial.
La traición y el miedo a la infidelidad.
La economía que atraviesa los vínculos y la vida privada.

Con: Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile y Daniel Goglino
Dirección: Marcelo Velázquez

Escenas de la vida conyugal

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por Gastón Olivera


El cobro de una deuda parece el motor que impulsa a los personajes. Una propuesta que busca romper con el canon del realismo tradicional que caracterizó, en su primera etapa, a August Strindberg. Una puesta minimalista con muy buenas actuaciones.

El texto de Strindberg, adaptado para la escena por Rodolfo Roca y Marcelo Velázquez se mantiene fiel al original. Lo interesante está en la forma que utilizó Marcelo Velázquez desde la dirección y en la puesta en escena. Obviamente que el modo escénico de Acreedores hoy no es el mismo que a fines del siglo XIX.
Más allá de la fidelidad, la puesta propone una relectura con elementos que rompen con tanta discursividad naturalista. Antes de comenzar la función, la voz de José María Muscari relata el deseo del director y cuenta sobre lo que estamos a punto de ver, utilizando textos de Pier Paolo Pasolini en su obra Calderón. Continuando con la idea de poner en duda la representación burguesa del teatro, se utilizan recursos multimedia. Proyectado sobre uno de los paneles blancos que funcionan a modo de pared, aparecen algunos tramos de las escenas o momentos de intimidad de los personajes. Estos tienen cierto desfasaje entre las acciones reales y las que aparecen en la pantalla. Lo que propone que cada espectador llene con su interpretación esa diferencia.
El trabajo del elenco es muy bueno, sostienen con solvencia un texto extenso, lleno de palabras y con muy pocas acciones.
Tanto Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile y Daniel Goglino encontraron pequeñas sutilezas a sus personajes para enriquecer sus labores.
Una obra que más allá de la anécdota plantea una profunda reflexión sobre el arte.

Crítica Artexpresión

por Susana Weingast

En DelBorde Espacio Teatral, en el barrio de San Telmo de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, se representa la obra Acreedores, con la dirección de Marcelo Velázquez.
August Strindberg, dramaturgo sueco, en 1888 escribió “Acreedores”, drama cargado de ironías sobre el matrimonio, los sentimientos, la traición y el miedo a la infidelidad y a la puja de ideas y lucha de pensamientos que marcan a fuego la historia.
En esta presentación el guión fue adaptado a una escena moderna bajo la dirección de Marcelo Velázquez, que lleva adelante una obra con exquisitos textos y actuaciones.
Tekla y Adolfo viven una crisis matrimonial invadida por celos, conformismo y la desesperación de reconocerse vacíos porque cada uno depositó su vida en el otro. El es un hombre inseguro; ella es seria y calculadora, maneja las situaciones tensas como más le gusta y disfruta de ver al hombre correr y llorar desconsolado sobre su falda.
El tercer personaje es Gustavo, el de la discordia: seguro y manipulador, dice las verdades más crudas con una sonrisa irónica; verborrágico y amante de los buenos modales, le da consejos a Adolfo, lo aprueba y lo desafía.
Las muy buenas interpretaciones de Mercedes Fraile (Tekla), Marcelo Bucossi (Adolfo) y Daniel Goglino (Gustavo) “juegan” entre astucias, cinismo, desconfianzas y mentiras, y se potencian con sus reacciones llegando a la crueldad.
La versión escénica es de Rodolfo Roca y Marcelo Velázquez, el diseño de iluminación de Eli Sirlin, el diseño y realización de escenografía de Fernando Leiva y el locutor: José María Muscari.
La escenografía es simple: un sillón y unos cortinados como fondo, complementada por una pantalla de multimedia que ayuda al espectador a ver la bidimensión en la acción mostrando distintas acciones de la misma sala o de la habitación vecina.
El diseño de vestuario es de Carla Desiderio; la realización del vestuario de Tekla de Alicia Soave y Ana María Della Vecchia y la realización del sombrero de Tekla de Alfredo Miranda.
Dramaturgistas (Yamila Volnovich - Patricia Sapkus). Música original y efectos sonoros (Diego Centurión). Diseño y realización audiovisual (Fernanda Balcells), Coordinación de producción (Esteban Costa). Asistente de dirección (Cintia Igolnikof).
Este espectáculo cuenta con el auspicio cultural de la Embajada de Suecia en Argentina y además cuenta con el apoyo de: Proteatro, Fondo Nacional de las Artes, Instituto Nacional de Teatro.
El acreedor, a través de la venganza, logra saldar deudas, en una guerra verbal y psicológica que muestra las miserias del ser humano. La lucha entre sexos conduce la acción a un desenlace inimaginable.