26 de septiembre de 2009

CRÍTICA DIARIO LA NACIÓN !!!

Renovación y vitalidad en un Strindberg

Nuestra opinión: muy buena

Una nueva mirada al reconocido texto de August Strindberg posibilita el descubrimiento de la vigencia de un material producido a fines de 1800 y que mantiene su vitalidad y poesía. El director Marcelo Velázquez imprime signos muy contemporáneos a su propuesta y, mientras el texto se ha mantenido intacto en sus valores primarios, es a través de la puesta como los personajes se descubren delante del espectador con una profunda riqueza.

Una escenografía sencilla y mínima. Nada parece querer obstaculizar el tránsito por la escena de esos tres seres que, a su tiempo, darán cuenta de un pensamiento que, si bien se corresponde con el pasado, sigue encontrando en este presente un valor muy perturbador. Es que sus temas los son: el matrimonio, los celos, ciertos resentimientos que interfieren en las relaciones y, sobre todo, algunas deudas pendientes en un trío que, pareciera conocerse verdaderamente, en ese preciso instante en que la representación tiene lugar.

Una pantalla posibilitará observar, en algunos momentos, ciertas intimidades de los personajes o, según donde haga foco la cámara, ellos adquirirán otra dimensión para la mirada de un espectador que hasta entonces sólo ha podido ver un perfil de esas criaturas.

Elenco espléndido

El espectáculo crece a través de una tensión muy ajustada. Las interpretaciones de Mercedes Fraile (Tekla), Marcelo Bucossi (Adolfo) y Daniel Goglino (Gustavo) resultan sumamente atractivas. Los tres actores han logrado descubrir pequeñas sutilezas de sus personajes. Juegan con ellas y potencian, con sus reacciones, una acción dramática siempre dinámica que mostrará sus conflictos en plenitud.

La experiencia transgrede ciertos límites de la representación formal para descubrirle una atractiva riqueza al texto.

Carlos Pacheco

26/9/2009

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1178918

21 de septiembre de 2009

Acreedores - Crítica Noticias Urbanas


El todo es más que la suma de las partes

por Daniel Gaguine

Cuando un texto de Strindberg se exhibe en cartelera, siempre se quiere ver el modo en que se lleva a cabo la puesta. En este caso, Acreedores es un acierto de principio a fin. En un comienzo, se escucha la voz de José María Muscari introduciendo la puesta. Dos hombres hablan sobre una mujer en tanto objeto de deseo, de codicia y también de amor, alrededor de la cual girarán diversos conceptos. Uno de los hombres es su esposo y el otro es un nuevo amigo de aquel. La riqueza de los diálogos cuenta con el plus de actuaciones acordes a un texto de fuertes implicancias: las palabras exigen a través de las actuaciones. Lo destacable en ese sentido es que el espectador debe esforzarse para aprehender lo que recibe desde el escenario. La obra le pide esfuerzo interpretativo. Por otro lado, la escenografía y la iluminación son ideales para la obra, junto con una pantalla que tiene el mérito de acompañar el desarrollo, sin restarle poder de atención. Acreedores hace gala a la pluma de Strindberg en una puesta de calidad.

11 de septiembre de 2009

Acreedores: Acercándose y distanciándose


Crítica de Mónica Berman para Crítica Teatral


Acreedores es un texto dramático y, sin embargo, cuánto mejor es asistir a la puesta que leerlo, por un simple motivo: en la descripción de los personajes aparece una información que es mejor desconocer. Claro que, para más de uno, es demasiado tarde.
En el principio, el teatro habla del teatro, voz en off mediante, José María Muscari aparece para enmarcar la propuesta, para que quede claro que esta vez el drama naturalista no conlleva una puesta naturalista, la pantalla seguramente insistirá con el resto. Para que ningún espectador se engañe, esto es teatro.
La distancia temporal, que existe, es puesta de manifiesto; salvo en los intentos de reconstrucción arqueológica, ignorar que la pieza tiene 120 años de antigüedad sería un acto de distracción un tanto peligroso. Por suerte, no es el caso.
Cuando la historia comienza, un hombre aparenta recuperarse de un obsesivo y enfermizo esperar a una mujer. Su “amigo”, según ellos mismos enuncian, le ha devuelto las ganas de vivir y le ha hecho recuperar su interés por el arte, aún cuando le ha insistido en desplazar pintura por escultura.
La puesta de Marcelo Velázquez, incluye, como adelantamos, una pantalla que tendrá la riqueza de anticipar personajes, de reconstruir escenas, de convertirse en el ojo que espía detrás de la puerta, en fin, de mostrar un final mediatizado.
El texto de Strindberg (aún como versión) es complejo, tanto en términos verbales como temáticos, su representación necesita de una buena dicción y de un trabajo cuidado en relación con las palabras; haber superado, con éxito, esta cuestión implica acercar la puesta hacia buen puerto.
La lucha entre los sexos, tan insistente en Strindberg, aquí también se hace presente con fuerza, ¿seguirá vigente este planteo? ¡Quién sabe! Pero, sin ninguna duda, el acto de “disecar un alma humana” aparece inscripto con toda crueldad. Y la dirección de Marcelo Velázquez nos permite, acercándose y distanciándose, asomarnos a este universo tan particular de estos acreedores que nos remiten a tantos otros, pasados y presentes.

Mónica Berman



2 de septiembre de 2009

Crítica de Martín Dichiera para GeoTeatral

¿Cómo realizar una obra de más de 120 años de antigüedad? ¿Cómo lograr que una obra de 1888 se perciba como actual? Estas parecen ser algunas de las preguntas o premisas que se hizo y con las cuales trabajó Marcelo Velázquez para su puesta de Acreedores de August Strindberg.


Se logra una puesta sumamente interesante para pensar, para analizar, una obra que deja muchos espacios para la elaboración de hipótesis, la cual se evidencia desde la gacetilla de prensa y en el programa de mano, donde el mismo Velázquez dice: "Esta nueva puesta en escena pretende un corrimiento de los cánones tradicionales del realismo y del naturalismo estéticos en los que se ha categorizado al autor¿Cuál es la forma que le corresponde al arte de nuestro tiempo?" En esa pregunta se resume la hipótesis de trabajo.
Es así que se decide utilizar un espacio despojado, un sillón y unos cortinados como fondo, los cuales se utilizan como pantalla para la proyección de ciertas imágenes y videos (algunas secuencias muestran desde otro lugar, otra cara o mirada, la misma escena que estamos presenciando), un vestuario corrido de la época planteada originalmente, una musicalización cercana a la actualidad, algunos cortes en el texto y una actuación con una forma distinta - con tintes que van desde lo melodramático a elementos de policial o suspenso.

Uno podrá analizar cada signo y llegar a la conclusión de que algunos están mejor usados que otros, alguno podrá hablar de las actuaciones (las cuales, según la mirada, podrán verse como forzadas o contrariamente que están trabajadas desde un extrañamiento que ayudan a una entrada otra a los personajes), se podrá discutir la funcionalidad e importancia de las proyecciones en la obra (en lo personal, al momento final uno completa y entiende por qué se utiliza, y ve el valor de que esté en la puesta) y, por último, también se podrá cuestionar la inclusión del prólogo – adaptado - del Calderón de Pasolini (el cual funciona solamente en la medida que a uno le interese la hipótesis del trabajo de la puesta, si no, es algo de lo cual uno va a sentir que tranquilamente se podría prescindir).

Acreedores es una obra que gana en el lugar de pensar la puesta, tratar de ver y entender los resortes que la componen, si uno se anima a jugar ese lugar, es una puesta muy rica y donde se encontrará una gran cantidad de elementos para poder pensar, analizar y preguntarse, indagar sobre el teatro, sobre lo que es la representación, la importancia de los cánones y los elementos que se utilizan para correrse de estos y, con suerte, lograr algo que cambie, que atraviese, y que conforme así una forma nueva y brinde una visión distinta.


Martin Dichiera